Me dijeron que la llame. Lleva 3 días llorando, enfadada y protestando contra el mundo. La razón es que no va a Manchester. ¿A qué? La han invitado a grabar un videoclip, como a muchas de su edad, de un dúo de niñatos de moda.
La explico que no puede ser. Que la situación económica está mal. Que los gastos los tiene que cubrir uno. Que no va le la pena. No razona. Sigue llorando.
La digo que aunque a ella le importe mucho esto debe darse cuenta de que la vida no es cómo ella la ve ahora mismo. Que a los dos niñatos no les importa que ella llore. Que ellos no quieren otra cosa que ella compre y consuma lo que ellos venden. Que la vida no es Disney Channel, Miley Cyrus, los dos niñatos, Justin Bieber, Crepúsculo, ni nada de eso. Que no son los grupos de Facebook de estos. Que no es un video clip. Que todo esto está pensado para que ella consuma, y que sea feliz consumiendo no por tener el producto, sino por el hecho de consumir. Que mañana ese dúo lo olvidará y estará fijándose en otro y que querrá lo mismo. Sus camisetas, sus discos, sus vídeos, su ropa. Querrá parecerse a ellos. Y que todo eso en cuanto esté agotado, en muy poco tiempo, desaparecerá con otra oferta nueva. Que debe huir de eso. Seleccionar. Aprender. Que las cosas cuestan esfuerzo. Qué en la vida hay que aprender a saber no tener, más que aspirar a tener. Que hay que valorar las cosas. Mucha gente no tiene acceso a muchas cosas. Ni las más básicas. Ella es una privilegiada.
Ella se interesa, pero sigue llorando y protestando.
La digo que se lo demuestro. “Ayer tú equipo ganó la liga”, afirmo. Me mira y dice: “¡No me importa!”. “¿Ves? La contesto. “Hace una semana tu equipo era lo más importante del mundo. Hoy ya tienes otra cosa que consumir”.
Calla. Silencio. 1 segundo. 2 segundos. 10 segundos.
Empieza a llorar, pero ya no suena igual.
Casi, pienso. Hay que seguir insistiendo, aunque la dejo llorar. Se aprende a perder así, y es necesario saber hacerlo. Ella es una niña, y tiene tiempo para aprenderlo. Y yo con ello también aprendo.
Saludos
es la triste realidad que nos toca vivir… la vida es dura y aprender a golpes lo cierto es que es la única forma, aunque esos golpes derriben muchos de nuestros mitos 😉
Así es.
Hoy ha vivido una lección de vida. Otro gallo nos cantaría si años atrás muchos padres hubiesen permitido la frustración de sus hijos ante hechos como éste o de otro tipo. No le pasa nada por llorar, desahoga su frustración, con tu ayuda aprenderá que la vida es lo que es.
Tengo dos hijas adolescentes y me esfuerzo mucho en que aprendan que son unas privilegiadas porque tienen más cosas que muchos de su edad y que las que no tienen no son esenciales para su desarrollo personal por lo que son doblemente privilegiadas. Es difícil y hay que tener muuuuuuuucha paciencia. También nosotros aprendemos de ellas.
Saludos Madrigal
Gran lección querido Marcelino. Así es, la vida puede ser muchas cosas, pero no lo que no puede ser es puro consumismo.
Me parece todo un ejemplo de diálogo padre-hija. Pero un ejemplo por eso, no porque los golpes (de la vida) sean la única manera de aprender, o porque no pase nada por llorar. De hecho, lo que has acabado consiguiendo con el diálogo es 1) que se dé cuenta de que no ha habido ningún golpe y 2) que deje de llorar (no inmediatamente).